domingo, 20 de marzo de 2011

La lectura
Bebeteca en la biblioteca

Precisamente, quienes pueden corroborar esta idea son las encargadas de la Biblioteca Infantil Municipal de San Sebastián. En esta Biblioteca, situada en la calle Fermín Calbetón de la Parte Vieja donostiarra, se halla una sala llamada "bebeteca" que cuenta con socios de escasos meses de vida que tienen oportunidad de mantener su primer contacto con los libros, y todo, gracias a sus padres que son los encargados de llevarles allí. Aunque obviamente los bebés no saben leer, sí que tienen libros de goma que pueden tocar e incluso chupar para ir familiarizándose con ellos. También hay otra sala repleta de libros infantiles y juveniles adecuadamente organizados por secciones fáciles de reconocer, en la que hay instalados originales sofás con formas geométricas, además de una caseta, donde los niños pueden sentarse cómodamente a leer las aventuras que se narran en los libros que escogen. Esta biblioteca, que además posee un fondo de documentación, organiza un calendario de visitas guiadas por la misma para que los escolares la conozcan y surja la posibilidad de encender la llama que ilumine el ansia por la lectura.

Así mismo, también se fomenta la hora del cuento, donde un cuentacuentos propicia el ambiente adecuado para cautivar con sus historias a los más jóvenes que escuchan atentos. Y es que, como dice el escritor francés Daniel Penac en su libro Como una novela, "el amor a la lectura depende de la tradición oral". Por lo tanto, fomentar la hora del cuento, tanto en bibliotecas, colegios y en la familia, es una actividad positiva que induce a ello, pues está más que constatado que al contar cuentos o historias se crea un vínculo afectivo entre narrador y oyente, una especie de hilo invisible que los mantiene unidos y que aporta extraordinarias ventajas a medio y largo plazo. Por ello, compartir lecturas es otro modo de crear vínculos, puesto que la mejor estrategia para hacer lectores es contagiar a los alumnos el entusiasmo por lo que se lee.
Y encargándose de esta tarea se encuentran día a día muchos profesionales de la docencia, entre ellos, Leticia Grandes, Diego Tobar y Esther Iriondo –todos ellos profesores en colegios públicos del País Vasco y Navarra-, que con tesón y esfuerzo, contribuyen a que el interés por la lectura no se pierda porque, como dice la escritora nacida en Errenteria Mariasun Landa, "los libros tienen muchos ingredientes muy nutritivos y muy placenteros, que abren a los jóvenes la posibilidad de nuevas experiencias; además, la literatura es algo que hay que experimentar, ya que, si después de leer un libro descubres que ya no eres la misma persona, te ha ocurrido algo maravilloso".

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